Andanzas de un detective novato, inepto y fracasado. Echenoz reinventa la novela negra con toques de humor.
Gérard Fulmard, ex asistente de vuelo en paro, decide reciclarse profesionalmente y convertirse en detective privado. Busca a mujeres desaparecidas. Lo enredan para trabajar en un asunto turbio relacionado con un pequeño partido político. Se encuentra un cadáver y tiene que huir para escabullirse de la policía. En el momento clave se olvida de quitarle el seguro a la pistola... Nada le acaba de salir demasiado bien, o acaso todo le sale rematadamente mal. Es un antihéroe de manual.
Pero Gérard no es el único personaje estrambótico de esta novela. Tenemos también a un político que frecuenta prostíbulos y mira fotos subidas de tono de la hija de su esposa; a una mujer que se autosecuestra para darse publicidad; a un psiquiatra de dudosa ética; a un taxista que recoge a un tipo herido de bala y se queja de que le está manchando el asiento, y hasta un tiburón particularmente voraz y un satélite soviético asesino... Y asoman también personajes reales con historias terribles, como el cantante israelí Mike Brant, que se suicidó en la cúspide de su carrera lanzándose desde la ventana de su apartamento parisino, o aquel estudiante japonés caníbal que devoró partes de una compañera de estudios después de asesinarla.
Jean Echenoz, ingenioso deconstructor -¿acaso dinamitador, acaso reinventor?- de géneros literarios, se sumerge aquí en la novela policiaca y nos ofrece un noir delirante -y a ratos descacharrante- à la manière Echenoz. Pero esta es también una narración sobre la manipulación, el engaño, los complots, las mentiras inconfesables, las sórdidas intrigas políticas, los amores imposibles y el fracaso. Una novela sobre detectives torpes y políticos corruptos, sobre mujeres que desaparecen y aspirantes a femme fatale. Una novela negra que le da un giro al género sin caer en la parodia fácil, sino jugando con él para reciclarlo. Resultado: una exquisitez para disfrute de amantes de las narraciones policiacas, del humor inteligente y de la buena literatura en general.
«Virtuosa, lacónica, precisa, como dibujada por un maestro de la línea clara, plagada de guiños e irrigada de ese humor metafísico de Echenoz, que es mucho más que ironía, porque contiene una melancolía apenas entrevista» (Nathalie Crom, Télérama).
«Una novela repleta de situaciones imprevistas y guiada por ese arte para narrar y construir personajes que domina a la perfección el autor» (Patrick Kéchichian, La Croix).
«Un policiaco paródico y lúcido, un concentrado del genio de Echenoz» (Thierry Gandillot, Les Échos).
«Brillante y burlón... Echenoz se ha divertido escribiendo una novela negra, muy negra» (Josée Lapointe, La Presse).
«Una delicia... Un triunfo escrito con una maravillosa libertad» (Raphaëlle Leyris, Le Monde).
«Más sarcástico y negro que nunca» (Olivier Mony, Livres-Hebdo).