Gough, un experto en teorías sociales, y Doyal, autor de numerosos trabajos acerca de filosofía y la salud humana, se unieron por espacio de casi diez años para desarrollar este texto que hoy les presentamos, convertido ya en un clásico de las ciencias sociales.
Gough ya había escrito su libro La economía política del Estado de bienestar, en el cual se preguntaba hasta dónde el llamado Estado de Bienestar contribuía o no a la satisfacción de las necesidades sociales. Doyal, después de impartir clases acerca de la moral en filosofía y política, había desarrollado un interés particular por la ética aplicada a la medicina hasta convertirse en uno de los pioneros de esta especialidad en Gran Bretaña. En la actualidad ha protagonizado enconados debates acerca de la aplicación de la eutanasia.
En una entrevista a Ian Gough, este graduado de Economía en Cambridge decía que a lo largo de un camino de indagación en las ciencias sociales se enfrentó con la economía política y el Estado de bienestar. Gough descubrió que el Estado de Bienestar podía surgir desde abajo, a partir de la actividad de grupos sociales en su búsqueda de la justicia social, aunque también desde arriba, por medio de la imposición de las elites en su afán por controlar a estos grupos, por mantener la cohesión social y por mejorar la eficiencia. Y rápidamente agregaba: "Las políticas sociales pueden ser al mismo tiempo represivas y beneficiosas (a menudo se olvida que la Alemania nazi tenía el sistema de bienestar social más desarrollado del mundo en los años 30)".
Pero su indagación no se limitó a ese campo. Unido a Doyal logró con este texto "elevar el debate sobre la necesidad humana, más allá del ámbito del Estado de Bienestar en que estaba clausurado, poniéndolo en relación con otros espacios sociales como el de sociedad civil". Según Gregorio Rodríguez Cabrero, presentador de esta edición española de Las necesidades humanas, se trataba para estos autores de traspasar la estrecha polarización entre Estado, sociedad civil y mercado, y disponer de "un marco conceptual en el que inscribir un proyecto democrático y universal de producción de necesidades sociales, capaces de garantizar la autonomía y libertad de los ciudadanos, en una sociedad moralmente aceptable".
Era interés de los autores demostrar que existen necesidades humanas básicas, que los individuos tienen derecho a satisfacerlas plenamente, y que "la liberación humana ha de estimarse valorando en qué medida se ha producido esa satisfacción". Para lograr esto último, además, se ha de combinar el derecho a satisfacer las necesidades con el derecho a participar en las decisiones de cómo alcanzar esa realización, donde el papel de la sociedad civil adquiere dimensiones clave.
De formación marxista Gough, tanto él como Doval consideran que tanto "el capitalismo liberal como el socialismo autocrático imposibilitan la satisfacción de las necesidades humanas". Su propuesta "supera el hipercriticismo liberal (idealización del mercado) y conservador (el retorno a una sociedad civil ya inexistente en la sociedad organizada de masas) así como el mito de la sociedad política supraclasista del Estado de Bienestar". Para estos autores se trata de garantizar "un mínimo vital" para todos y "un marco de desarrollo de la participación de la sociedad civil".
En el Prefacio los autores nos dicen de cómo concibieron este libro y de los retos que el desarrollo de acontecimientos, como la caída del campo socialista, les fueron imponiendo - "muchos de los cambios que postulábamos en los primeros borradores de este libro se han producido ya en el Bloque del Este y Rusia"--. Nos dicen también del propósito de escribir una segunda parte de Necesidades humanas.