«Por supuesto yo sabía en esos años la teoría de que la Historia no siempre avanza, sino que a veces (y terriblemente) retrocede.
Es curioso que pudiendo, ya entonces, disertar o extenderme en esa teoría de la Historia, nunca llegara a ver cómo podía afectarme.
O más llanamente, que podría también sucederme y ser yo asimismo la víctima.
Confieso que no me percaté, acaso porque mi mamá vivía aún, y mientras vivió la sombra de su superprotección me daba confianza.
Pero no era sólo eso, por supuesto.
Es que me negaba a ver lo real, siendo tan ducho en la teoría.
Mi mundo era el mundo ideal, no la realidad cotidiana, que (al parecer) me daban resuelta.
Hoy me sorprende todavía -sin sorprenderme íntimamente en lo absoluto- que la Historia vaya tantas veces hacia atrás, hacia el horror de la carcundia -que hoy hasta llega a ser izquierdosa- la estupidez y el miedo, y que -más o menos desde el 2008- esa marcha atrás sea llamativa, fea y vulgar, y me haya cogido de pleno a mí, aunque ya maduro, bien maduro, yo que -debo decirlo comparativamente- he vivido épocas que no tengo otro remedio (visto el cenizoso presente) que llamar venturosas.
Treinta espléndidos años, para tener que ver y soportar este palurdo final de ruina, catetez, incultura y -la frase no es mía- 'Edad Media tecnológica'.
¡Qué pena! Como siempre, las hienas echan a los esbeltos gatopardos Y uno no debe contentarse con decir -como en los versos de la uruguaya Delmira Agustini, que fue otro final de época- 'Yo vivía en la torre inclinada/ de la Melancolía'.
El Tiempo pasa y arrambla con todo, no hay excepción, y por ello soñamos tan a menudo con algún modo o lugar de 'refugio'. L.
A. V. Luis Antonio de Villena, nacido en Madrid en octubre de 1951, es licenciado en Filología Románica.
Realizó estudios de lenguas clásicas y orientales, pero se dedicó, nada más concluir la universidad, a la literatura y al periodismo gráfico y después al radiofónico.