Durante más de 150 años Europa -apenas una península occidental de Asia- se convirtió en el auriga que cabalgó el mundo. Las ideas, invenciones, movimientos y también las tensiones que atravesaban la sociedad del minúsculo continente salpicaban y resonaban en todos los rincones del Orbe. El origen de este poder no se encontraba ni en el genio particular de sus moradores, ni en la riqueza natural del continente, ni tan siquiera en su modelo económico, sino en el conflicto permanente entre sus pobladores. En efecto, las fracturas que recorrían la sociedad del Viejo Continente, las tensiones entre las diferentes unidades políticas que lo conformaban y, sobre todo, la diversidad de proyectos sociales, alentaron dinámicas y conflictos, en lo ideológico y en lo material, que aceleraron el cambio y la transformación de Europa.
Una sociedad atravesada por proyectos enfrentados, una lucha entre visiones opuestas de la sociedad, todo ello acabó provocando un estallido de energías políticas y de movimientos sociales que desbordaron al propio continente alcanzando y transformando el Globo para siempre. Este libro, lejos de indagar en la complaciente armonía de eso que llamamos Europa, hurga en los desencuentros, las rupturas, las decepciones, sus «idas y venidas», la violencia y las injusticias que llevaron a un duelo constante entre europeos.
Esta es la razón de que esta obra se presenta también como una fractura articulada sobre ese binomio de fuerzas en pugna: aquellas surgidas del optimismo ilustrado que lucharon por la emancipación y el progreso, no solo político, frente a las que intentaban mantener, o recomponer el orden, detener el avance. En este combate hubo muchos actores, y otro de los objetivos de este texto ha sido no olvidar a ninguno de ellos pues todos, vencedores y perdedores, aportaron algo a la sociedad de ese pequeño apéndice asiático y, para lo bueno y lo malo, también al resto del mundo.
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