La crisis económica del 2008 ha destapado una crisis moral, la de la avaricia. Se ha invertido la escala de valores, lo importante es la cuenta de resultados. Hoy más que nunca, la ética ha de despertar la conciencia y la crítica frente a conductas en las que impera el interés personal e inmediato y se eluden responsabilidades y el compromiso.
El trabajo ofrece una respuesta a la sugerencia de la Comisión de las Comunidades Europeas. 'Para prever la cualificación que necesitan los directivos y los trabajadores en el futuro, es conveniente ofrecer en las carreras de empresariales cursos o módulos de ética empresarial' (COM (2001) 366 final, nº 65).
El libro desarrolla un programa de ética que trata de aportar las claves para averiguar el porqué se ha puesto de moda la ética de los negocios. El continente americano nos aventaja en unos decenios, y la moda sobre la ética y el liderazgo, que bate record de publicaciones, no tiene una aplicación práctica, ya que la crisis económica actual responde, además de indicadores técnicos, al desarme moral sin precedentes que confirma 'la codicia' como cualidad socialmente acreditada.
La pregunta es si la crisis del 2008 es el triunfo definitivo de la Ilustración, de la autonomía de la voluntad, de la libertad sin responsabilidad, de los derechos sobre los deberes. La pregunta es si esta crisis es el triunfo definitivo de la moral subjetiva, del nihilismo que introduce a la persona, en este caso al trabajador o emprendedor, en un círculo cerrado de difícil salida.
El programa que se presenta trata de identificar las realidades sobre las que hablamos o escribimos: ética, valores, persona humana, trabajo, mercado, eficacia, negocio, competencia, empresa, códigos de conducta con el fin de establecer referencias, coherencias y proporciones para en último término intentar reconocer la ecuación causa y efecto. Quisiera ser un grano de arena en esa tarea que propone George Orwell cuando afirma que: 'la primera obligación del intelectual hoy es recordar lo obvio'.
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