Durante la Guerra de Secesión de Estados Unidos, más de seiscientosmil soldados perdieron la vida, una carnicería sin precedentes que, en términos actuales, equivaldría a seis millones de personas. Laescalofriante escala de mortandad y la devastación fue tal que no solo afectó a la existencia de centenares de miles de individuos, sino que tuvo un impacto profundísimo en la vida y la psique colectiva de lanación. En el monumental y multipremiado Esta República delsufrimiento. Morir y matar en una guerra civil, Drew Gilpin Faust,experta en la Guerra de Secesión y primera presidenta de laUniversidad de Harvard, describe cómo una cultura profundamentereligiosa como la estadounidense pugnó por tratar de conciliar la idea de matar al prójimo o morir por una causa que no todos compartían con su creencia en un Dios benevolente, cómo madres, padres, hermanos ohijos tuvieron que encajar la pérdida de sus seres queridos y cómo los supervivientes de esta ordalía debieron rehacer y continuar susvidas. A lo largo de Esta República del sufrimiento. Morir y matar enuna guerra civil, escuchamos las voces de los soldados y de susfamilias, de estadistas, generales, predicadores, poetas, cirujanos,enfermeras, del Norte y del Sur, que se conjugan para transmitirvívidamente cuál fue la experiencia más fundamental y ampliamentecompartida de esta guerra, como lo es de todas: la muerte. Una lectura tan humana como sobrecogedora que desnuda a la guerra de cualquierromanticismo y visibiliza las profundas cicatrices que los conflictosciviles, como lo fue la Guerra de Secesión y como lo han sido tantosotros, dejan en las sociedades.