Prodigio de erudición y capacidad de manejo de los datos, Kennedy recorre la historia de los imperios desde el descubrimiento de América hasta el final de la Guerra Fría, aportando consideraciones de todos los órdenes que explican no sólo los motivos por los que un imperio adquiere la condición de tal, sino sobre todo las razones de su imparable decadencia (Viagra, Cialis, o lo que quiera que algunos de Ustedes consuman, mediante). Dichas razones son muy variadas, claro está, como lo es la base en la que cada Imperio fundamenta su fuerza. Pero casi siempre puede apreciarse un movimiento de flujo y reflujo de lógica impecable, casi imposible de eludir, y que conduce a los imperios a su final: Imperios que se forjan aprovechando una determinada coyuntura, un afán expansivo derivado de múltiples factores, o la decadencia de anteriores imperios, no son capaces de refrenar sus ímpetus en el apogeo, lo cual provoca una expansión siempre excesiva y onerosa para la metrópoli en cuanto comienza la decadencia: los compromisos son excesivos, la situación cambia, el mantenimiento del Imperio se come el presupuesto talmente como si Usted se hubiera comprado una solución habitacional, y normalmente la cosa acaba con una esclerosis agostada e incluso diríase por momentos que ajada también. Los Imperios, como las cucarachas, como la canción del verano, como España tal y como la conocemos, nacen, crecen, se reproducen y mueren.